«Con profundo pesar, Su Majestad la Reina ha anunciado la muerte de su amado esposo, Su Alteza Real el Príncipe Felipe, Duque de Edimburgo. Su Alteza Real falleció pacíficamente esta mañana en el Castillo de Windsor». Con estas palabras, la Casa Real británica confirmaba en la mañana de este miércoles el fallecimiento del marido de la Reina II de Inglaterra.
It is with deep sorrow that Her Majesty The Queen has announced the death of her beloved husband, His Royal Highness The Prince Philip, Duke of Edinburgh.
His Royal Highness passed away peacefully this morning at Windsor Castle. pic.twitter.com/XOIDQqlFPn
— The Royal Family (@RoyalFamily) April 9, 2021
Su muerte marca el final del matrimonio real más longevo de la historia de Inglaterra: 73 años unido a su prima lejana, la reina Isabel II, a la que conoció cuando él tenía 13 años, de la que se enamoró durante la Segunda Guerra Mundial, y con la que tuvo cuatro hijos: los príncipes Carlos, Ana, Andrés y Eduardo de Inglaterra. Llevaba retirado de la vida pública desde 2017, al cumplirse los 60 años de su nombramiento oficial como príncipe consorte. Felipe de Edimburgo desarrolló una gran actividad. Tuvo despacho y agenda propias y apadrinaba como príncipe a más de 700 organizaciones, fundaciones y asociaciones. Su agenda pública superaba los 22.200 actos oficiales el día que se retiró.
El duque, que habría cumplido 100 años el próximo mes de junio, fue hospitalizado el pasado 16 de febrero por consejo de su médico personal. En un comunicado, Palacio informaba de que se trataba simplemente de una «medida de precaución» ante una infección que nada tenía que ver con el coronavirus. Pero dos semanas más tarde fue trasladado al centro médico de St Bartholomew, también en la capital británica, donde permaneció varios días para ser operado con éxito de un problema cardíaco. Sin embargo, no fue dado de alta hasta finales de marzo.
El príncipe Felipe de Edimburgo -antes de su matrimonio príncipe Felipe de Grecia y Dinamarca- era hijo del príncipe Andrés de Grecia y Dinamarca y de la princesa Alicia de Battenberg. Nacido en Corfú, Grecia, Felipe abandonó el país heleno siendo apenas un bebé.
Su historia era la de un royal sin trono: exiliado en Escocia, recibió la educación de un príncipe en Inglaterra, Alemania y Francia. Pero la familia había huido de Grecia sin mayor fortuna, se dispersó por todo el continente y el joven se enroló en la marina real británica, donde sirvió como extranjero, cuando tuvo 18 años.
Para casarse tuvo que renunciar a sus títulos y derechos dinásticos sobre los tronos de Grecia –inexistente desde su infancia– y Dinamarca. Hasta 1957 no sería oficialmente nombrado príncipe de Inglaterra, con el tratamiento de Alteza Real. Para entonces, Felipe había ido demandando cada vez más autonomía a la reina, en busca de un papel que le hiciese sentirse válido.